Como cada
28 de septiembre, cientos de romeros procedentes de todos los
alrededores de
Grado, acuden engalanados hacia el
Santuario del Fresno para
rendir culto a la Virgen, después de ocho días de novena, llega el día
grande, en el que se celebra una misa a las doce de la mañana,
acompañada de procesión alrededor de la iglesia.
Y otra misa a las cuatro y media, todo ello acompañado de una comida
campestre y baile, y de gran espíritu festivo y compañerismo fraternal.
Las fiestas se alargan hasta el día de
San Míguel celebrándose una misa, y a lo largo de la tarde se
procederá al reparto del bollo.
Historia Virgen del FresnoLa actual imagen data de 1975, ya que la primitiva se perdió en el
saqueo que sufrió en 1936. Está realizada en cedro del Líbano, hecha en
Madrid. Está vestida y sostiene al Niño en los brazos y el rosario entre
los dedos.
De la vieja ermita,
ubicada donde está ahora el cementerio, sólo queda la espadaña que
remata el techo de la capilla de la Virgen situada en el lado izquierdo
del templo y edificada en 1979.
Hasta las postrimerías del
siglo XIX el Fresno era vicaría o hijuela de Doriga; un capellán o
vicario, dependiente de Doriga, atendía el culto en el santuario. Unos
cien años tardaron los tenaces vecinos del Fresno en conseguir la
deseada independencia, que llegó al fin en el año 1875. En 1876 fue
creada la parroquia del Fresno.
El actual edificio se remonta
al siglo XVI, aunque hubo reformas posteriores hechas en el siglo XVIII
probablemente. La torre, cuadrada y de tres pisos, fue incendiada por
las tropas napoleónicas que previamente habían convertido la iglesia en
un fuerte; su reconstrucción tuvo lugar en 1870. Desde el Fresno se
divisa la catedral de Oviedo.
Este santuario está situado en
el llamado Partido de los Montes, a unos cuatro kilómetros de la villa
de Grado. Sobre las cimas del Fresno descuella el alto picacho de
Esquiriz, donde se parten los términos de los concejos de Grado y Salas,
según las aguas caigan hacia el Cubia o el Narcea. Por el Fresno pasaba
el antiguo camino real de Oviedo a Galicia, camino muy frecuentado por
peregrinos.
Antaño, a los peregrinos del Fresno les llamaban
los «novenarios», pues se quedaban uno o varios días en el santuario,
durmiendo por las casas vecinas, en hórreos y paneras, en las tenadas e
incluso en improvisadas tiendas de campaña.