Cuando se supo que la autovía iba a llegar a Grado allá por finales
de los 90, aunque la mayoría de los Moscones estábamos entusiasmados
porque por fin íbamos a estar conectados con la «civilización», algunos
vecinos estaban en contra de esta autovía. A día de hoy, cuando el paso
del tiempo ha demostrado lo positiva y útil que viene siendo dicha
infraestructura para nuestro concejo, entre otras cosas, ahora estamos a
quince minutos de Oviedo, lo que antes suponía casi una hora, aún
cuesta encontrar explicación a que hubiera gente que se oponía a esta
obra.
Todo esto recuerda lo mismo que está sucediendo con el AVE en
Asturias. Resulta incomprensible que haya detractores del AVE entre
algunas filas asturianas pero lo que resulta aún más grave e indignante
es que precisamente, esa oposición al AVE venga liderada por quienes nos
están gobernando. Los mismos compañeros de partido de Pepín Blanco que
fue el artífice del mayor recorte en infraestructuras que hubo en este
país, pero que lo hizo tan a la gallega que poco más, casi nadie se
entera... y ahí comenzó el principio del fin.
Anteriormente, había sido otro ministro de Fomento, Cascos, quien
dotó a Asturias de las infraestructuras que hasta entonces nos habían
sido negadas, entre ellas, la Autovía a Grado (precisamente por ello se
le otorgó el Moscón de Oro) y fue también quien impulsó la implantación
del AVE en Asturias. Sin embargo, la inversión se desploma cuando llega
Pepín Blanco y prácticamente desmantela Fomento. Y a todo esto, ¿dónde
estaba Javier Fernández? En aquella época era senador en Madrid pero
nunca le oímos defendiendo los intereses de Asturias y ahora que es
presidente del Principado, tampoco. A Fernández hay que reconocerle el
triste mérito de conseguir que las inversiones en Asturias sean mínimas,
de permitir que la autovía del occidente haya quedado abandonada y sin
acabar, y de que el AVE aún no haya llegado a Asturias, entre otros
muchos despropósitos.
Pero no todos se rinden, Cascos y Foro siguen en la titánica lucha de
David contra Goliat de defender los intereses de nuestra región, y para
ello cuentan con su particular «David» en el diputado Isidro Martínez
Oblanca, cuyo voto es su mejor arma para exigir al Gobierno de Rajoy que
cumpla con Asturias y con los asturianos, porque no tenemos por qué ser
menos que los catalanes, los canarios o los vascos, claro que, en estas
comunidades saben olvidar sus diferencias internas y unirse todos para
conseguir inversiones para su tierra. Por contra, aquí siguen los mismos
de siempre tirando piedras sobre el tejado de todos los asturianos,
sobre una casa cada vez más aislada e incomunicada que avanza hacia la
ruina mientras los demás arreglan y mejoran las suyas con el presupuesto
de todos. ¿De verdad queremos seguir así?
(Publicado en El Comercio el 3.05.2017)