La filosofía de esta entidad sin ánimo de lucro, que cuenta ya con casi un centenar de socios, es que la gente pueda fumar su cigarro en público y sin tener que pasar frío en la calle, soportar malas caras o enfrentarse a una multa.
Para inscribirse, el único requisito es ser mayor de 18 años y aportar una cuota de carácter simbólico, que aún está por determinar, según comenta Elena presidenta de la Asociación.
Sama comenta “es una idea genial el hacer un local para nosotros, donde podamos fumar a gusto y de tener que estar “tirados en la calle fumando el cigarrillo con frío y lluvia”.
Tras resolver el papeleo necesario para la constitución de esta entidad, los socios disfrutan ahora a gusto de sus bocanadas de humo. “Podemos fumar relajados, sin molestar a nadie, mientras tomamos algo y seguimos la carreras de Fernando Alonso, vemos el fútbol o echamos la partida de cartas o de dominó”, explica Begoña, mientras fuma, orgullosa, un cigarrillo.
Pero además este club tiene otra curiosa peculiaridad y es que para pedir una consumición, no hace falta salir del club al bar de al lado, basta con llamar a un timbre instalado en la pared, con un cristal, que comunica los dos locales y, acto seguido el personal de la cafetería les sirve la bebida a través de una puerta con un sistema de cierre que impide que el humo pase de un espacio a otro.
El club, está abierto a todo el mundo que sea mayor de edad y socio, incluso cuenta con socios no fumadores.
Según Elena presidenta de esta asociación sin ánimo de lucro comenta “ estamos convencidos de que el números de inscripciones irá aumentando a medida que se acerque el otoño y a la gente ya no le apetezca fumar en las terrazas y sobretodo con las carreras de Alonso y la liga de fútbol».
Lo que está claro es que
Grado ha buscado una fórmula para que los fumadores puedan hacer vida social con el pitillo entre los labios y sin vulnerar la ley.