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Paula Lueje enamora con su voz

Javier Alonso Navarro - Noticia - 03/11/2011 14:50


Paula Lueje dejó hipnotizados a muchos y mostró una voz que cada día es más madura, cálida y dulce, arrancando varios “bravos” del público. 

El pasado viernes el Palacio de Merás de Tineo fue la sede de una nueva propuesta de actividad cultural, llevada a cabo por la Fundación Valdés-Salas. El punto de partida de la jornada fue la figura de Santiago Fernández-Negrete, político y jurista tinetense del siglo XIX.

Tras una mesa redonda en torno al ilustre de Villatresmil, tuvo lugar un concierto de canto, violonchelo y piano, que ofrecieron Paula Lueje de, Antonio Peña y Paula Raposo.

El recital tuvo como escenario un marco incomparable, el patio central del palacio, recientemente restaurado y recuperado como Hotel y Spa por la emprendedora familia Alba, que ha cuidado hasta el mínimo detalle en las instalaciones de un complejo que ya se está convirtiendo en el punto de encuentro del concejo para actividades lúdicas y culturales.

El programa del concierto se titulaba “Al Amor”, y efectivamente, de la mano de las diferentes caras del amor, los asistentes que llenábamos el claustro disfrutamos durante casi dos horas de un concierto irrepetible, en el que los tres jóvenes músicos nos hicieron olvidar las preocupaciones y el cansancio que se acumula cuando termina la semana.

El entorno era casi mágico, con las columnas y las arcadas de piedra enmarcando el escenario, y la tenue luz de las velas, que creaba un mismo ambiente para público y músicos, más cercanos que nunca. La presentación de los artistas parecía pensada para este espacio: cuando aún resonaban las últimas notas de la primera pieza de violonchelo y piano, vimos aparecer en escena, con paso sereno, a nuestra Paula Lueje que, como decía la pieza que cantó, “Si mis versos tuviesen alas”, nos hizo volar con su voz y entrar en el estado perfecto para recibir el resto del concierto. 

Después de Hahn, la pianista, Paula Raposo, se dirigió al público para presentarnos a Brahms, uno de los autores más repetidos de la noche. No es habitual que los músicos hablen en pleno concierto, y lo cierto es que el que está sentado en el patio de butacas se siente así más implicado y aludido, más tenido en cuenta.

Las palabras de Paula nos ayudaron a entender la complicada Sonata para violonchelo y piano de Brahms, que Peña y Raposo interpretaron con bravura, llenando la sala como si fuesen una orquesta entera, y ofreciendo después momentos en los que el sonido se fue extinguiendo hasta el silencio final, dejándonos como hipnotizados.

Hipnotizados nos dejó también Paula Lueje, con su versión de gran concentración emocional de “I vidi in terra angelici costumi”, de F. Liszt, en la que mostró una voz que cada día es más madura, cálida y dulce, arrancando varios “bravos” del público. 

En la segunda parte, la voz de Lueje nos meció amorosamente al entonar el “Duérmete neñu”, de García Abril, el chelo de un carismático Peña nos hizo sentir la sangre y la raigambre española con los giros de los “Requiebros” de Cassadó, y la pareja Peña-Raposo nos hizo bailar con la magistral interpretación de “El Gran Tango” de A. Piazzolla, en el que hasta las manos de la pianista parecían danzar.

Para terminar, los tres músicos unieron sus voces en el arreglo sobre “El canto de los pájaros” de X. Montsalvatge. Antes, Raposo aprovechó para ilustrar, en la figura de Pau Casals, quien popularizó esta melodía, lo que fue una vida consagrada al amor, en el sentido amplio de la palabra. Emocionados por la vida de Casals, nos preparamos para cerrar una velada muy especial.

Los aplausos repetidos consiguieron convencer a los músicos para que nos regalasen al menos una propina, y Paula Lueje cantó una de esas piezas que ella borda, “Yo quiero a un hombre”, en la que hizo gala no sólo de su magnífica voz, sino también de sus dotes escénicas. 

En resumen, la noche del viernes, en el Palacio de Merás, vivimos un momento diferente, con un concierto inusual que consiguió cautivar al público, por el acierto en la elección de las piezas, por la interpretación magistral de los músicos, y por su trato cercano y cómplice con los asistentes.

No es habitual poder disfrutar de un concierto así en el occidente asturiano, y hay que agradecer la iniciativa que ha tenido la Fundación Valdés-Salas, representada en el acto por Joaquín Lorences e Isidro Sánchez, al llevar a una zona rural de Asturias un producto de calidad como el recital que Lueje, Peña y Raposo nos ofrecieron.

Sin duda estaremos atentos a las actividades organizadas por esta Fundación, y esperamos poder volver a disfrutar muy pronto de la música de Peña y las Paulas.

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